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Museo Histórico Indígena del Santa Lucía


Inspirado en las más de 3 mil visitas que tuvo la Exposición del Coloniaje realizada en septiembre de 1873, el intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna planteó la necesidad de constituir un Museo Histórico de carácter nacional apenas ésta concluyó.

Así lo consigna un anuncio que el mismo Vicuña Mackenna publicó en la prensa en octubre de ese año: "Habiendo comenzado hoy la devolución de los objetos expuestos en la Exposición del Coloniaje, tengo el honor de rogar a las personas que generosamente deseen contribuir a la formación del Museo Histórico que se halla en actual constitución, se sirvan avisar por escrito" (Alegría, 2005: 13).

Con este museo, se buscaba construir un relato visual de la historia nacional a partir de la recolección y reproducción de objetos patrimoniales. Por ejemplo, agrupó las obras que representaban las Guerras de Flandes (1568-1648), los cuadros realizados en Cuzco en 1700; y mandó a confeccionar una serie de retratos de los 42 gobernadores coloniales.

La concepción museológica de Vicuña Mackenna operaba como un gesto de conservación y rescate patrimonial frente a la modernización que él mismo llevaba a cabo en Santiago.

Su afán era contrastar de manera pedagógica los discursos de progreso y la tradición, dando un espacio a obras urbanas como el Paseo Santa Lucía , y asegurando la supervivencia de vestigios materiales de la Conquista y la Colonia.

Castillo Hidalgo: de cárcel a museo

El lugar escogido para instalar este Museo Histórico fue el Castillo de Hidalgo, construido por el gobernador de la Reconquista, Casimiro Marcó del Pont, como cárcel y polvorín en la cara norte del cerro Santa Lucía.

Se inició entonces su remodelación, descrita en el Catálogo de la Exposición del Museo Histórico del Santa Lucía , publicado el 13 de enero de 1875, y firmado por el propio Benjamín Vicuña Mackenna:

"No era sencilla la empresa de convertir en un museo un calabozo, ni en biblioteca pública el sucio cuerpo de guardia de los Talaveras. Pero púsose manos a la obra con el entusiasmo i con la pólvora. Abrió ésta las viejas murallas en arcos elegantes de comunicación derribó, los cimientos de la dura cantería que separaban unos de otros los aposentos; estranjéronse los guijarros que servían de pavimento; abriéronse con una sólida plataforma de madera i asfalto; pintáronse los techos con diseños propios de la época, reproduciéndose en uno de los salones los colores i el dibujo de la techumbre de la iglesia de San Francisco, i por último plantóse un bosque i un jardín donde habían estado sobre sus cureñas los cañones destinados primitivamente a bombardear a la insurgente Santiago" (Vicuña Mackenna, 1875: 5 y 6)

La parte exterior del edificio fue también completamente transformada, "conservándose solo en el costado del oriente cuatro de las viejas ventanas de fierro de Viscaya que daban a la antigua batería Santa Lucía, después Castillo de Hidalgo, el aspecto de una melancólica prisión" (Vicuña Mackenna, 1875: 6).

La restauración tardó un año, y en septiembre de 1874 se inauguró el Museo Histórico Indígena del Santa Lucía. En su catálogo, se describen 175 objetos, entre los que se dedica un capítulo especial a los cerca de 50 retratos al óleo, que ilustran los gobernantes de Chile desde Pedro de Valdivia (1541) a Bernardo O'Higgins (1841).

Los retratos resaltaban en la exhibición, porque Vicuña Mackenna los empleó con el fin de instruir al público: dotó a cada gobernador de una descripción que lo glorificaba o enlodaba, dándole a cada uno la categoría de héroe o villano.

Por ejemplo, de Pedro de Valdivia se dice que fue un "valeroso capitán", mientras que del gobernador Manuel de Amat y Junient (1755-1761) se señala que fue un "soldado valiente, pero grosero, codioso i de malas costumbres" (Vicuña Mackenna 1875: 25 y 28).

Historia de Chile y sus objetos

La reseña del resto de la colección fue hecha por períodos históricos. Por ejemplo, en la colección de piezas confeccionadas por los pueblos originarios, el historiador indica que era extremadamente pobre "en razón de la apatía que nuestras jentes ponen en la conservación y aprecio de las cosas pertenecientes a la edad jentil" (Vicuña Mackenna, 1875: 6).

Un hacha de piedra, una masa que supuestamente perteneció al toqui Caupolicán, un ídolo de plata hallado en la cordillera de Coquimbo y un vaso de oro encontrado en Copiapó son los únicos objetos que destacan en la muestra indígena.

En contraste, abundaron los objetos de la Conquista, entre los que figuraban espadas, corazas y estriberas de los invasores de Chile y armas de guerra de sus legiones.

El catálogo da cuenta de que el mobiliario colonial también era escaso, pero las paredes de uno de los salones se cubrieron con "tapicería legitima de uno de los antiguos estrados de Santiago" (Vicuña Mackenna, 1875: 7). Éste se adornó con sillas de la época y el primer piano que sonó en las tertulias chilenas.

La Independencia estaba representada por el altar de la patria y una mesa portátil que acompañó las campañas. De la naciente República se mencionan las cuchillas usadas durante el abordaje de la Esmeralda.

Junto a estos objetos que representaban eventos clasificados como hazañas, lucían una serie de piezas de uso doméstico, como cristalería y ropa; y algunas piezas de arte religioso.

La muerte de Vicuña Mackenna en 1886 ocasionó el cierre del Museo del Santa Lucía y las colecciones allí reunidas se desperdigaron en diferentes organismos públicos. Por ejemplo, la serie de retratos de los gobernadores quedó en manos de la Municipalidad de Santiago.

Al crearse el Museo Histórico Nacional en 1911, se reunieron bajo su alero los objetos que formaron parte del Museo del Santa Lucía. Al patrimonio de la nueva institución se sumó además la colección del Museo Militar, y piezas provenientes de la Biblioteca Nacional, la Presidencia de la República, y otros organismos del Estado.

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